Hay en la mesa de la cocina
un bolso de despedida haciendo de mantel,
todo adentro de tu bolso debe estar hecho un bollo,
culpable no me siento, te enseñé mil veces
a doblar la ropa.
Yo también estoy hecha un bollo
como todo adentro de tu bolso
pero calculo que el proceso de planchado
se me va a dar solo, con los días,
cuando me acostumbre.
La escena es la siguiente:
yo rallo queso
para un plato de pasta
que no vas a comer
porque el micro sale dentro de un rato
y no querés viajar con la panza llena, explicás que
te da miedo descomponerte estando solo y lejos.
Creo que no te diste cuenta
de la gravedad del asunto
y por si acaso, te lo repito:
yo rallo queso
para un plato de pasta
que no vas a comer.
¿más claro?
yo rallo queso equivocadamente para dos.
No te animás a saludarme todavía,
estás por decir que despedirse es un lío,
que las despedidas son así y
¿No te olvidás de nada?
¿Tenés todo?
¿Los documentos, todo?
Uno de los tantos cierres de tu bolso,
es uno solo, uno de los costados,
representa lo que yo no te puedo dar:
ese cierre tiene, miralo, forma de sonrisa.
Parece pesado el bolso pero lo levantás, y al fin,
te animás a saludarme,
el bolso pesa y te felicito
porque despedirse, hablando en serio, es un lío
pero podés, ves que podés,
esto es como andar en bicicleta sin rueditas
parece díficil, pero después, ves que podés,
es un lío despedirse pero lo hacés tan bien
que me da bronca, si hasta me decís
fijate qué lindo está el día,
pero a mí se me viene una tormenta de aquéllas
sobre mi plato de pasta,
no es cualquier tormenta la que se me viene,
es la tormenta que va a mojar
mi primer almuerzo sin vos.
La cara que tengo es porque
no me dijiste si elegiste
asiento adelante cerca del chofer
en el medio o atrás de todo
cerca de la cafetera
aunque no me sirva de nada saberlo.
¿No te olvidás de nada?
¿Tenés todo?
¿Los documentos, todo?
¿No te estarás olvidando de arrepentirte, no?
¿Sabés lo que tenés que hacer
para que ese bolso no te pese tanto?
Apoyarlo en el piso y quedarte.
Te reís.
¿Estás seguro de que te querés ir?
Te reís más.
¿No querés cambiar el pasaje
por un kilo de helado de crema americana
y chocolate con almendras
y compartirlo conmigo en un parque?
Te reís bien fuerte.
¿No me querés dar el pasaje
que lo paso por el rallador de queso
y lo hago pedacitos?
Me aturdís con tu risa.
Ya no hay quien responda,
ya no hay en la mesa de la cocina
un bolso de despedida haciendo de mantel,
el micro acaba de arrancar
y empezó la tormenta
sobre mi plato de pasta con queso rallado.
Antes de sentarme a almorzar
descorro las cortinas
porque antes de irte
me dijiste fijate qué lindo está el día
y era verdad pero
¿qué hago yo con un día lindo sin vos?
sin vos lo regalo, no me sirve.
Tus ojos deben estar almorzando pedazos de campo y ruta,
y yo pincho un ñoqui con salsa fileto
y no me voy a hacer la (¿cursi se dice?)
y decir que el ñoqui tiene tu cara,
solamente voy a decir buen provecho
para vos, en el kilómetro que estés y
para mí, sentada en la mesa de la cocina
a punto de tener el dolor más terrible de panza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario