martes, 7 de febrero de 2012

Mamá con ilusos

FRANCO: 11 años, viste un pijama azul y blanco. Sostiene dos sobres blancos.

FRANCO.-  Otra más. Llegan todo el tiempo. Paola dice que hay que avisarles que mamá se murió. Por carta. Rompe las pelotas con que tiene buena redacción. Que la dejemos. Que lo hace ella. Es capaz de gastar una caja entera de lapiceras hasta que todos lo sepan. Está obsesionada con poner su tristeza en renglones como si le sirviera, no sé, para asumir algo parecido a la ausencia.
            Papá las pisa, camina encima, se hace el que no las ve. (Pausa) Yo voy después cuando él no me ve y las levanto.  Todas las cartas de los ilusos tienen la marca de la suela de los zapatos de papá y aunque las frote en alguna superficie, la marca de la suela sigue ahí. Con Paola hicimos una lista con los nombres de los ilusos, así le pusimos a los que todavía piensan que mamá les va a responder. Hace poco agregamos a la lista a uno que nunca había escrito...Yo también tengo buena redacción, pero hay una diferencia entre Paola y yo. ¿Qué gracia tienen las malas noticias por escrito?  Por carta le regalás el shock pero para cuando la bomba le explota estás lejos para ver los escombros.      (Lee) De Ramiro Vizzi para Silvia Corembaser. De Claudia Linares para Silvia Corembaser. Las cartas son o de agradecimiento o de nuevos pedidos. Era detective mamá. Silvia Corembaser. "La Detty". Investigaba posibles infidelidades. Nunca dije que mamá era detective en el colegio, por las dudas que persiguiera a algún familiar de algún compañero. Las contrataciones se hacían por carta. Nosotros con Paola eramos sus ayudantes. Yo agarraba la carta que le llegaba, la abría y cuando encontraba el número de teléfono del cliente lo anotaba claro en un papelito, y si papá estaba usando el teléfono le pedía por favor que cortara, que mamá se tenía que comunicar urgente con su cliente. Paola mientras le armaba un bolsito con algunas cosas, ropa, cepillo de dientes. Como si en vez de irse a trabajar se estuviera yendo de viaje. Mamá entonces llamaba por teléfono al cliente, y con una voz distinta, de más grande, le escuchaba la historia, lo calmaba, le prometía algo y se iba. Las conversaciones que mamá mantenía con esas mujeres y hombres desesperados causaban reacciones distintas. Papá se tapaba los oídos, Paola y yo casi que le queríamos robar el tubo para escuchar.
            Ayer después de la cena, Paola me dijo que iba a agarrar la lista de los ilusos para avisarle por carta a cada uno. Yo estaba de acuerdo en avisar, pero por carta era aburrido. Para algo somos hermanos, para no coincidir en todo. Yo quería jugar a la bomba y los escombros y ella quería jugar a la carta y las palabras. Ella quería escribirlo, mantener distancia. Yo quería agarrarle la cara a cada remitente y decirselo en voz alta, mirándolo a los ojos. MA-MÁ-SE-MU-RIÓ. Cuando dije eso, Paola me revoleó la caja de pizza que estaba en la mesa. En silencio, papá se paró y levantó del piso el pedacito de faina y las dos porciones de muzzarela con jamón que habían caído también al piso. Se las llevó envueltas en una servilleta para ponerlas en la heladera. Como si estuvieran heridas de muerte. Y se fue a dormir. Sin saludarnos. Ahí dejamos de pelear. Yo lavé los platos y Paola en vez de ayudarme a secar, se puso a llorar.
             El día que mamá no volvió más, Paola se puso poeta . Antes de irse mamá, Paola le dijo si no había lugar para nosotros en el bolso.  La gente pide viajar en el bolso de otro cuando quiere mucho a esa persona. Yo me equivoqué y le dije "Se va a trabajar, no va a viajar, aparte si vuelve enseguida no vale la pena llevarnos, porque pesamos, ya no somos bebitos".

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