sábado, 30 de junio de 2012

la excusa perfecta


Callao y Corrientes es hora y media


sede principal de tremenda amargura.


Mis pies no aguantan tanta esquina 


y esta esquina ya no aguanta tanta espera.  


Desesperar es una cita con la espera. 


Esperar es una charla con la desesperación.


Vos y yo tenemos puntería para diferentes cosas.


por lo pronto, vos para la impuntualidad


yo para llegar antes.




No llegás pero todavía no te deseo la muerte


es temprano para eso.


Todavía no saco tu foto de la cartera porque 


ya la estudié bastante en casa


para memorizarte.


En realidad no te deseo la muerte 


porque quiero que estés más vivo que nunca y


a una cuadra de distancia 


y con una excusa que me derrita de


amor.  Una excusa dicha sin vacilación, 


una excusa tan buena que me de ganas 


de copiarla para decirla en otro momento 


cuando yo esté en falta como vos, 


que ahora estás en falta ahora conmigo.


Doy la vuelta manzana, 


pero es una manzana pelada de vidrieras 


que valgan la pena ver así que aburrido. 


Vuelvo a la esquina inicial, 


ni un charco de sombra y yo blanquísima. 


El sol del almuerzo es como un


micrófono abierto para que yo diga lo que quiera. 


Me alumbra. Es un peligro. El sol no. 


Darme un micrófono a mí. 


Otro peligro es tener un reloj 


para darme cuerda la cabeza 


de por qué todavía no llegás. 


Estoy arribando, poco a poco, 


a la deshidratación


pero tomo una medida fresca. 


Regalo mi reloj a un nene, y


cuando ya avanzó, 


su mamá aparece en escena y se lo saca.


"a ver, qué lindo, qué divino el modelo, probámelo"

Que lo disfrute señora.


Comienza otra etapa


La de esperarte sin reloj 


pero no me aguanto 


y le prguunto la hora al primero que pasa. 


Evidentemente me falla.


Cuando me dice la hora me tapo los oídos


porque sacarme el reloj fue por algo,


si me saco el reloj es porque 


tengo la convicción  de que a partir de ahora voy 


depreciar cualquier noticia sobre el tiempo.


A veces siento que me falla el bocho


cuando me produzco bocha


Y así estoy, soy un volcán de rubores y labiales. 


Me perfumé para los de planta baja 


y para los del noveno piso


Tanto me produje que ni mi familia 


ni mis amigos me reconocerían pero no importa porque


él me va a ver por primera vez, si es que llega.


Me produje y no hay desmaquillante más efectivo 


que la angustia. 


No grito. Me comporto. Tengo bronca. No venís. Morite.


No te mueras, quizás te pasó algo.


Llamame, y avisame que tuviste un accidente. 


Decime Tuve un accidente. Me estoy muriendo. 


Ahí te voy a entender.  El celular no suena. 


No me quejo. No grito. Me comporto. 


Callao no merece verme nerviosa, Corrientes menos.


Sonriendo parezco decirle a los vecinos de esta esquina


"Me plantaron. 


Ahora rieguenme,


soy una flor, 


una flor de 


esperadora"


A vos no te pasó nada grave, no te atropelló nadie, 


no vas a venir. Y yo me estoy por ir. Hasta acá llegué.


Renuncio. Pido un aplauso fuerte para mí.


El punto y el horario de encuentro 


te lo metiste en el hondo.


Mientras me agacho a arrancar una baldosa como


recuerdo de este momento, 


desde la otra esquina me gritás 


un “perdón, perdón, perdón, perdón” 


Y me tirás un beso volador 


¿Atraparlo? 


A tu beso lo dejo volar, 


no te voy a dar el gusto de atraparlo


y ponermelo como un lunar adhesivo en la mejilla,


que tu beso siga de largo y se dé de lleno 


contra algún  chofer de colectivo, 


el va a valorar más cariño que yo.


Porque el punto y el horario de encuentro 


te lo metiste en el hondo. 


Me saludás como si nada 


y me preguntás "¿Hace mucho que... estás?"


Tengo el pedazo arrancado de baldosa en


la mano y prefiero no contestarte, 


solo me dispongo a correrme los rulos de las orejas


y escuchar a la cuenta de tres


la excusa perfecta que me derrita de amor


la excusa perfecta que me haga olvidar 


que le tuve que regalar


mi reloj a una señora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario