Acá pasa una sola cosa. Estoy al pedo.
Tengo la compu prendida y el cielo ahí nomás.
Miro mucho el cielo, hay más avisos laborales que nubes,
y el sol es buena bofetada si estás con mucha cara de trabajador.
Tengo la compu prendida y el cielo ahí nomás.
Miro mucho el cielo, hay más avisos laborales que nubes,
y el sol es buena bofetada si estás con mucha cara de trabajador.
Todas las recetas de internet me gustan no sé con cuál quedarme hoy hay cena con amigos que no comen desde el año pasado, qué ceno y qué le gusta a mis amigos pongo en Google
y hay muchos resultados que me da fiaca leer. Google me habla, pero soy yo la que no quiero escuchar.
y hay muchos resultados que me da fiaca leer. Google me habla, pero soy yo la que no quiero escuchar.
Improviso un tender en el balcón francés y las bombachas que cuelgo se vuelan todas, no toco timbre en planta baja para buscarlas, las abandono, no las rescato, compro otras porque sé que cada tanto sopla aquel viento, el viento que se lleva la ropa interior.
Aspiro humo negro de colectivo, no me quejo ni investigo mis pulmones, hay que bancarse de todo, el arroz, el desempleo, el desamor y principalmente la contaminación. Así es la city. Un pueblo un poco más grande y gritón que un pueblo.
Analicen mi rutina, el ferretero y el de la lotería de la calle Sucre me piropean a eso de las doce del mediodía, me ven venir y se codean, me ven venir y algo se dicen entre ellos, yo creo que es porque tienen hambre, es hora de almorzar y cuando es hora de almorzar ya no se puede desayunar de vuelta, hay que ir para adelante.
Yo caigo en la emboscada de las mejores palabras chanchas de la calle Sucre pero ni vuelta me doy, yo muevo el culito chiquito de aquí para allá, no les pego con mis bolsas porque no soy una vieja indignada sino una jovencita agrandada y porque me dicen cada día estás más linda vos, el cincuenta y seis es la caída en la quiniela y es la edad del ferretero que se martilla adentro del calzón al atardecer cuando recuerda cómo muevo el culito chiquito de aquí para allá. Martilla, martilla, y triunfarás, martilla, martilla, vende tornillos y luego toma mate. El ferretero.
Yo soy Shakira con fractura de cadera y para rehabilitarme me acaban de sentar enfrente de una maquinita del casino, fractura de dedo no tengo así que puedo apretar tranquilamente el botón que dice APOSTAR.
Nunca voy a ganar plata. Siempre me voy a quedar con ganas de robar un banco. Porque hay que hacer una re movida y no tengo amigos que tengan alma de chorros. Tomar rehenes, cavar pozos y entregarse es de deportista. Mis amigos nunca se levantaron de una mesa sin pagar. A mí me han robado besos y yo, por falta de estado físico, no peleé ni discutí, me quedé tranzando.
Me imagino lo difícil que debe ser robarle una palta a un peruano, o una cadera sana a alguien que nunca se cayó.
La maquinita del casino que más me elije y más me cuenta su vida es la que tiene figuras y motivos egipcios.
Y el botón que más me gusta es el que dice apo STAR.
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