tocan a tu puerta.
estás acostada en tu cama.
no abrís.
la insistencia de ellos
pone en tu cuerpo más latidos
de los que soportás.
tocan a tu puerta.
no abrís,
respirás más lento
sin ruido para no abrir sospechas.
tocan a tu puerta.
y aunque es verano
te tapás
con un cuaderno,
con la funda de tu netbook,
con una remera que te probaste ayer y mañana pensás cambiar.
tocan a tu puerta
deseás desaparecer con tanta fuerza
que de repente adquirís la forma del colchón.
ya no tocan a tu puerta, directamente entran,
burlan el pedido de permiso, directamente entran
vinieron a desvalijar tu tranquilidad
pero tu ausencia
les robó el plan.
¿qué hacemos ahora que no está?
tu ausencia no es ausencia, es algo así,
no estás
o no te ven
o estás
pero no tienen puestos los ojos que se necesitan para que estés
ahí, delante de ellos.
nadie tiene puestos los ojos necesarios nunca.
(desaparecer delante de los que no querés que te vean
es un buen programa de sábado a la noche o de los 365.)
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