domingo, 11 de marzo de 2012

“A propósito del día internacional de una cosa llamada mujer”

¿usted me está mirando por algo en especial?

¿qué tengo?

¿al revés me puse la remera?

¿le hago acordar a alguien?

no tengo una cara muy, cómo podría decirle, parecida a otras.

no lo digo en el sentido de agrandarme, lo digo en el sentido honesto.

no me suelo parecer a nadie pero

¿me quiere decir a quién me parezco?

¿o quiere decirme otra cosa?

¿por qué me mira?

¿es el maquillaje?

bah, “maquillaje”, una mínima línea negra de delineador abajo del ojo.

quizás se me corrió el delineador que me lo puse muy rápido antes de salir de casa.

quizás se me corrió y yo sé lo que pasa esas veces:

cuando se corre parece que tuviera ojeras negras,

como una mancha debajo de los ojos.

dígame qué tengo,

porque esa no es forma de mirarme.

¿es eso?

¿es por el delineador corrido que me mira así?

si es eso, avíseme así no paso papelón en mi trabajo.

bueno, convengamos algo.

míreme pero no se me acerque.

mejor deje de mirarme.

¿tiene algo que hacer hoy?

no, no lo estoy invitando a ningún lado.

por favor no piense eso.

simplemente le pregunto si se va a quedar todo el tiempo así.

mirándome.

por ahí llega tarde.

ah, tiene todo el tiempo del mundo.

no trabaja.

no tiene horarios.

solo tiene un portafolios lleno de aire

y viaja en horas pico para hacer...esto.

qué bueno.

¿dónde se consigue todo el tiempo del mundo?

¿tengo que pagar algo?

ah, lo heredó.

heredó todo el tiempo del mundo.

yo nunca heredé nada pero lo bueno es que me bajo en la próxima.

usted no se baje en la próxima, porque ahí es donde me bajo yo.

se lo pido.

si se tiene que bajar en la misma que yo, haga una excepción.

en la próxima no.

es mi estación la que viene.

no se baje conmigo, es mía la estación.

quédese una estación más.

así no se baja conmigo

así no me persigue

y yo no tengo que correr a esconderme a la primera panadería que vea.

se lo pido.

no quiero llamar a la policía,

en el llamado no sabría qué voz usar

si mi voz de catorce a punto de cumplir quince

o si mi voz de veinticinco

o si mi silencio entrecortado de abuela

no suelo hacer escándalos de ningún tipo.

prefiero advertirle que me bajo y asimismo advertirle que pronto nos separaremos.

por eso no atine a levantarse cuando me estoy por bajar.

¿no tiene en el portafolio algún libro?

muy mal.

durante un viaje mucho no se puede hacer.

las opciones son pocas.

o se lee o se duerme.

pero no se mira a otros pasajeros

con esa fijeza de la que usted parece ser tan experto,

usted es un maldito experto en usar sus propios ojos con una fijeza que da miedo,

que ¿de dónde carajo la aprendió? ¡por dios! mírese mirándome, es increíble.

alguien que no sea yo tiene qué contarle cómo me mira,

así entra en razones y afloja la tensión de sus pupilas,

mi testimonio quizás no sirva porque soy la víctima de todo esto

y puedo exagerar y puedo decir algo que no es y agrandar.

¿hay algún voluntario que pueda contarle a este señor cómo me está mirando?

usted debe leer mucho porque usted no me mira así nomás.

usted me mira como leyéndome.

pero no una revista de consultorio que la hojea,

sino como leyendo algo que de verdad le interesa.

de todos modos, mi contratapa lo está empezando a odiar.

me gustaría contarle que no soy un libro, soy una mujer.

soy una mujer, no un libro, repito.

soy una mujer

páginas de piel, un gran título escotado, autora de un único grito ovárico mensual.

páginas, título y grito, ese es todo mi patrimonio de mujer

suficiente patrimonio para pedir respeto y merecerlo.

pero le aclaro:

si fuera un libro sería un libro respetado,

me subrayarían suavecito

suavecito con lápiz, eso es el respeto para mí,

no me lastimarían, eso es el respeto para mí,

no lastimarían mis capítulos con tinta que no sale.

no me dejarían moretones ni anotaciones,

celebrarían mis frases, no me las tacharían,

me impondría de manera tal de negarme a pisar una fotocopiadora,

no dejaría que se me tiren encima como a un best seller,

pero tampoco dejaría que me olviden en un estante de usados,

porque si hay algo que no quiero como libro o como mujer es ser usada,

pero bueno uno quiere muchas cosas y después hay que ver si se..

mire, no es que sea superior a usted pero quiero ponerle los puntos sin coserlo,

si yo de verdad fuera un libro, usted mío sería un simple señalador

pero veo que se comporta como si fuera mi dueño

porque parece leer no sé qué cosa de mi pantalón de jean

¿usted le interesa el jean cómo género?

¿usted quiere invertir en la industria textil?

no creo, aparte me dio a entender que no tiene horarios, ni trabaja,

qué va a tener un negocio de ropa usted,

usted está sentado y encima me mira,

usted me mira y encima está sentado,

¿entiende la dimensión de su poca caballerosidad?

Lo único que me queda claro es que ya no sirve que me cedan un asiento cuando me estoy por bajar, como tampoco sirve que a un suicida le dejen una taza de chocolate caliente con un pedacito de torta de manzana en su escritorio cuando él ya no está para la merienda porque se puso a volar sin arnés y las ventanas ya están humanamente rotas. Trate de entender la dimensión de su poca caballerosidad conmigo como así también trate de entender que las mujeres somos demasiada cosa para que se nos tarde en hacer un favor. No sé si hice bien en decir <demasiada cosa>. No es una palabra que quede bien al hablar de mujer. Pero se me entiende. <Demasiada cosa>, como mucho, como algo grande, como algo importante. Le agradezco la colaboración y la fijeza en sus ojos y la falta de respuesta ante la pregunta de si me está mirando por algo en especial. Igual ya me bajo. Todo bien pero ya está, me toca bajarme, permiso, adiós señor.


(palabritas representando la odisea de llegar a la puerta del vagón)
¿te bajás en esta?
yo me bajo, sí
permiso.
gracias.
eso.
permiso.
cuidado con la mochila.
necesito pasar.
perdón, disculpá.
¿me dejarías pasar?
yo ya me
gracias, gracias..)

antes de bajarme me faltó decirle algo señor, supongamos que yo dejara de ser mujer para convertirme realmente en ese libro que usted no tuvo hoy en su portafolio para entretenerse durante  todo el viaje, en ese libro que me hubiera salvado de su mirada insoportable, usted seguramente me hubiera abierto en el momento de la historia en el que yo le canto las cuarenta... "Estación 9 de julio, combinación con las líneas B y C."

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