lunes, 14 de agosto de 2017

Vitamina D

Tengo un libro en la mano 
y el ceño fruncido. Este es mi
Comportamiento de lectura al aire libre.
Voy a ser asesinada en una plaza. 
Lo presiento. 
(A veces tengo otros presentimientos más positivos)
No sé en qué plaza. 
Eso sería exceso de clarividencia. 
Una plaza, no sé, con poco verde
Un sol horriblemente radiante 
Y mucho olor a caca. 

Estacionado en un banco,
como yo,
Un hombre con su perrito 
Sacará un revolver 

Cuidadoso, como si fuera un sandwich,
De un envoltorio de periódico, lo sacará.
Apuntará a mi bufanda roja. 
Nena, ¿quién te ha tejido esa mierda del cuello? 
(Siempre pensé que los abuelitos eran seres cándidos,

buenitos cuando le hablan a una que podría ser su nieta.)
Yo me la compré.
Yo no sé tejer. 
¿Necesita proteger su cuello, señor? 
Dígame y se la doy. 
No quiero tu bufanda nena.
Quiero darte en el blanco, quedate quieta.
Yo diré no, no, no, no, no.
No, no, no, no lo haga. 
Me taparé la cara, 
Como si tapándome la cara
Pudiese evitar que una bala de viejo loco me alcance 

y me destruya por completo.
¿A quien le hago acordar
que me quiere matar?
Yo me debo parecer a alguien 
Que usted cree merece morir,

pero yo no merezco morir,
le puedo leer uno de los poemas
que estoy leyendo.
Nena, ¿usted quiere saber 
a quién me hace acordar?
Ese dato me lo guardo. 
Y pum, pum, pumpum. 
Mi sien y mi libro de poemas 
Quedarán agujereados. 
Huirán todos ante un cuerpo derramado. 
Huirán todos 
De la plaza con poco verde
Mucho olor a caca 
Y un sol horriblemente radiante. 

Huirá la horda
contemplativa de
cagoncitos y curiosos.
La dejaran vacía. 
Dejar una plaza vacía es otro asesinato. 
Quisiera explicarle 
Señor del perrit
Yo solo vine aquí por 
mis quince minutos diarios de vitamina D
Y usted me ha quitado 
La vitamina más importante

que intento absorver: la vida.
Esto ha sido tan sólo un
Presentimiento,

exagerado,
dramático,
De esos que me permiten 
Escribir cosas como estas. 

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