y no lo puedo arrancar,
me pregunto que clase de vida
llevo
que me enfrentan a una flor
y no la puedo deshojar,
tiro, tiro, tiro de los dormidos
y a nadie puedo levantar.
cansados nos veo, cansadísimos,
necesitamos un refugio lejos de la ciudad,
y tiempo necesitamos, vos más que nada,
para que te guste, te vuelva loco lo que cocino.
llevo encendedores, repelente, varios toallones,
platitos de plástico y leyendas guardadas en mi cabeza
para contarte de noche
cuando prendas melancólico
un cigarrillo en la oscuridad.
apareció la sonrisa ejercitada
como una cortita serpiente
e impactó como trueno insolente,
impactar me impactan las penumbras,
desde niña
porque de allí pueden emerger
monstruosos motivos para escapar
y yo
desde niña
detesto las fugas.
camisones, crisis, y agotamiento hasta los pies,
cansados nos veo, cansadísimos.
sin embargo:
debates carnales, efímeros y cantados,
donde todos tenemos la razón de todo.
ayudar a nadie a cruzar la calle.
eso me pasaba en la ciudad.
sigo sin poder demostrar mi bondad en centros urbanos.
¿qué pasa que sigo sin poder demostrar mi bondad
y ¡carajo! qué pasa, por ejemplo, que hace años
no me cruzo
con un ciego?
¡¿dónde se esconden esos no videntes para hacerles
de guía y empaparlos de caridad?!
¡los necesito!
una almohada que al fin convenza,
porque no todas convencen,
entender que el relleno es lo que enamora
e ir por ahí,
buscar inversión, producirla en serie,
volverme magnate de las almohadas, largarlo todo, dedicarme a eso.
ayudar a la tormenta a ser tormenta de verdad,
aconsejarle furia,
¿la furia que yo uso en mis enojos?
implantarle nuevas velocidades,
proponerle brutalidad,
ahora que lo pienso,
soy una muy buena almohada,
inteligente y viscoelástica,
un bombón de almohada,
pucha soy buena
y no lo puedo demostrar,
tengo pinta, calma, funda y perfumito,
tengo todo para que descanses,
tengo todo y algo pasa,
ninguna cabeza,
ningún sueño,
se ha apoyado en mí,
verdaderamente en mí,
verdaderamente
todavía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario