martes, 27 de diciembre de 2011

Soy buena persona

Los sueños buenos de los que no te querés despertar son milanesas, 
las pesadillas son la sopa,
mamá me da la sopa,
entonces es tan simple como que mamá me da pesadillas.





pesco pesadillas 
que asoman del plato de mis amigos
y me las como
así como las saco, 
me las como,
mis amigos me ven tragar sus pesadillas
y respiran tranquilos para poder seguir escupiendo
alguna anécdota durante su cena o almuerzo 
pero no me agradecen
no me agradecen a mi 
que me atraganto con sus pesadillas
y no lo cuento.


respiran y no me agradecen,
me atraganto y no lo cuento,
la ecuación da que
soy buena persona.


soy buena persona
por tragarme las pesadillas de mis amigos
y por muchas razones más,
pero también soy mala persona
o guacha,
por muchas razones.


como el otro día que
lamentablemente un mosquito eligió NO picarme
digo lamentablemente porque yo quería que me picara
porque que un mosquito te pique
es un piropo de la naturaleza
es que la naturaleza se fijó en vos,
es que le gustaste
al mosquito no le gusté,
yo deseaba que me diera un chupón
y de ahí en más rascarme la roncha
la roncha rascarme contenta
y sentirme gustada, requerida, tocada
por un diminuto caballero volador.


no hay nada peor que el rechazo
pero no hay con que darle al rechazo de la misma naturaleza:
basta imaginarme 
que la lluvia le llueva a otros menos a mí,
que el viento  despeine a todos
y a mí no me quiera tocar un pelo,
o que el sol no me broncee y los ejemplos siguen.


no tenés perdón,
fuiste a otra,
volaste directo a picar a otra,
no me podés decir que te gustó su voz finita
la misma voz finita y de silbato vencido 
con la que cantaba mientras mecía
un cochecito de bebé sin bebé
porque estoy segura que en ese cochecito
 no había ningún bebé llorando
no había ningún bebé estoy segura
acaso, mosquito, ¿te gustan las locas?
¿¡acaso te gustan las locas!?
¿te gustan las esteriles que salen por la vida a mecer cochecitos vacíos? ¿si doy la vuelta manzana con un cochecito de bebé lleno de latas de arvejas mientras canto tengo chance?


mosquito en tu vuelo no fuiste capaz de descansar dos minutos en mí para chequear la suavidad de mi piel, 
una buena compra se logra comparando precios,
una buena picadura se logra comparando calidad de pieles, 
juro que si descansabas dos minutos en mí,
dos minutos allá, te quedabas conmigo y no me agrando,
pero bueno, decidiste por la otra, aterrizaste allá,
practicaste tu mejor zumbido, el menos molesto,
te apoyaste en su hombro izquierdo
y ella, que nunca se dio cuenta de tu presencia,
siguió cantándole a su descendencia invisible
porque para mí en ese cochecito sólo había aire.


miré mi hombro izquierdo
a ver si tenía algo diferente al elegido,
lo seguí mirando
hasta que me di cuenta que le estaba dedicando demasiado tiempo a mi hombro izquierdo sobre el que NO estabas apoyado, hasta que te vi, 
hasta que te vi que estabas a punto,
hasta que el trayecto del aguijón sobre la piel de ella
hizo que 
dejara mi cartera y mis facturas de luz, gas y celular 
en el asiento
que me levantara
caminara hacia ella
caminara hacia vos arriba de ella
y de una bofetada la hiciera caer de la silla azul
donde esperaba su turno para pagar lo suyo.


vos alto cagón volaste alto, nunca más te vi, supongo que
habrás ido volando a otra sucursal de Pago Fácil
y respecto al cochecito: era cierta mi teoría
flor de loca resultó, el cochecito  volcó,
se cayó con ella y adentro no había bebé, sólo aire.


todo esto arrancó porque dije que soy buena persona
pero también dije que soy mala persona


el señor de seguridad 
con una mano se cubría los bostezos 
con la otra me sostenía
como si fuera una terrorista
(y quizás sí estaba haciendo terrorismo 
terrorismo sí contra la injusticia
porque ella me robó),
ella en medio de mi violencia -su  adversidad-
todavía se podía dar el lujo de protegerse la cara
para que una de mis tantas patadas
no le desviara el tabique nasal,
yo no me quedé callada:


- ¡¡hija de puta!!
¿quién te pensás?
¿con qué derecho me estás robando a mi macho eh?
es mío, es mi macho, yo lo miré primero,
de verdad hija de reputisima
¡¡hablá!! measte fuera del tarro,
cantaste fuera de la nota,
exprimiste fuera de la naranja,
talaste fuera del árbol,
en fin, como measte fuera del tarro ahora me vas a tener que explicar, decir ¿qué carajo hiciste para que él te prefiera a vos y no a mí?
-¿quién?¿qué?¿quién me prefiere?¿quié..? te estás equi..pará pará cortala no te hice nada quién me prefier, no entien...
- no te hagas la idiota, enferma, mirame a la cara y  decime
qué provocación
qué hechizo 
qué carita
qué mierda
hiciste.
- DE VERDAD NO ENTIENDOOOOO DEJA DE PATEARME


paré de patearla, 
intenté controlar mi agitación,
intenté ponerle un porcentaje de bondad y paciencia al monstruo en que me había convertido,
intenté ser esa buena persona que cada tanto se come las pesadillas de mis amigos para que puedan cenar o almorzar tranquilos y le hablé con calma:


- para ser  más clara querida ¿con qué derecho te quedaste vos con la picadura que siempre me perteneció? 


ahí me miró a los ojos.
y yo que pensaba que ya la había visto pero no.
vi su cara por primera vez, tenía granitos de todos los tamaños, los tamaños variaban, el color no, los granos eran rojos, eran picaduras y  con una voz inexplicablemente grave y de brujo de 70 años (¿se acuerdan de la voz finita?) dijo:


- hay gente que se muere por el dengue
y vos pidiendo que te piquen, puta.


le pedí al señor de seguridad que me soltara,
no quería él, me pensaba peligrosa, me pensaba terrorista de cartera y no se equivocaba, sin embargo yo no tenía más ganas de nada después de haber visto la cara de la mujer enteramente hinchada y picada, el de seguridad me tenía agarrada pero le dije que todavía tenía que pagar mis cuentas, dijo buehh mezclado con otro bostezo
 y me soltó, entonces me volví a sentar, agarré una por una las facturas, luz, gas y celular, muerta de vergüenza por no saber qué era el dengue fingí buscar algo en mi cartera y revolviendo casi como un bolillero de bingo me di cuenta que mi papelito con el número con mi turno se me había caído cerca de donde ella estaba...es decir...mi maldito peaje para poder acceder a las cajas, pagar e irme de una vez y para siempre, lo tenía ella, que después de mi golpiza seguía en el piso con su cabeza metida en su cochecito de bebé sin bebé,
llorando.

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