No siempre el pintor se divierte
con el pincel, no siempre el niño se desvive por un tobogán
empinado, no siempre el empleado quiere que lo saque a bailar
su jefe, en realidad lo que quiero decir es que no siempre la fábrica es
boliche.
La falta de respuestas lleva a la
desconfianza.
La desconfianza desemboca en
huelga.
No queremos joder a nadie pero hoy
la huelga se hace o se hace. Habrá, sepan, cese de actividades por eso le
recomiendo señor que se cebe un mate o cébese una actividad para ocupar su
tiempo.
Somos especialistas en ayunar los
billetes que nunca tocaremos porque nuestro sueldo solo nos alcanza para
hacer un banquete de quejas, porque nuestro fin de mes es lo más parecido en desolación a una boletería de teatro, vacía.
Somos rebeldes porque
subimos el volumen de la tele justo
cuando nos cuentan la buena
noticia, pero hay que tener cuidado porque la buena noticia de ellos
puede ser
pésima para nosotros.
Somos especialistas en averiguar qué palabras llevan carozo
y qué aceitunas fuera del
frasco y de la pizza nos quieren decir algo.
Estamos de huelga, sí, y en los próximos días ya nos habremos reunido varias
veces con los compañeros y habremos entendido cómo es
posible soldar exigencias a nuestras bocas debutantes en el grito
peleador.
Estamos de huelga porque alguien
de nosotros dijo
“¡¿NO SE DAN CUENTA? LA PIÑATA
ESTÁ MUY ALTA, NO LLEGAMOS NI QUE FUERAMOS BASQUETBOLISTAS, NOS ENCESTARON UNA
PATADA EN EL CULO EL DÍA QUE NOS ENANARON DE LAS GANANCIAS. ¿HAY ALGO PEOR QUE
NO CAIGAN LOS DULCES DE LA PIÑATA? SI, HAY ALGO PEOR
QUE NO PODAMOS SIQUIERA EJERCER
DE ALFILER PARA ROMPERLA,
QUE LA PIÑATA QUEDE INTACTA
PORQUE ESTÁ MUY ALTA Y LOS DULCES QUEDEN AHÍ ENCERRADOS SIN GOLPEAR NUESTRA
AMARGURA DE ROMPER TODO EN ESTA VIDA MENOS LA PUTA PIÑATA!”
Creemos que si alguna vez algo
lindo cae en nuestras manos habrá gas pimienta para no poder ver nada de todo
eso lindo que se nos viene encima. También creemos que el día que nos quedemos
callados definitivamente nos depositarán en nuestra cuenta corriente un poco de
silencio, luego patearán el cajero en busca del comprobante del
depósito y se irán del banco riendo.
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