domingo, 24 de marzo de 2019

dama de algo


dama de algo,
sus bucles pesados como pan,
su tinta inadaptada
en mensajes
no del todo bonitos
no del todo esperanzadores,
su amapola en sangre,
sus caderas-aeropuertos,
sus bordes atropellados
por acomodarse mal en el espacio,
su propósito: saber qué hacer
si hay desconcierto.

dama de algo
muerde membrillo,
absorbe el barro de los otros,
recoge un botón
que no volverá a coser,
¿quién recoge un botón del suelo
para luego narrar la imposibilidad
de darle costura otra vez?
ella,
la dama de algo
que confunde almendras viejas
al fondo de una mochila
con un pésimo día.

dama de algo
pisa la calle y no la entiende,
hace contacto de tristeza púrpura
con el farmacéutico de trincheta,
con el verdulero, sus dos hijos
su calculadora con tierra,
con los tickets de compra,
con flequillos blancos
en tibias piletas de natación.

dama de algo
sabe de un veneno
de esos que consuelan,
parecido a la voz
de quien dice:
el insomnio es un fonema desesperado,
es sólo un detalle de un rostro opaco,
sin paraísos, sin solución.

¿podremos volver
a dormirnos alguna vez?

a los costados cristalinos de la vida,
melancolía, excitación, besos cada tanto,
chocolates con forma de lago infinito
y otros estímulos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario