viernes, 22 de marzo de 2019

Tormenta de comedia yo llamé a esa promesa de tormenta.


Con mi amiga Eugenia 
y su perro Beto
miramos para arriba
 e imaginamos lo peor,
éramos comida de diablo,
pronto algo nos iba a arrasar.
El miedo está tan a nuestro alcance
como el aire que respiramos...y es terrible.
Me da miedo lo fácil que es conseguir miedo,
es como el arroz de las emociones el miedo,
un bien de uso diario, o un mal,
un mal eterno,
todo el cielo un cable pelado,
el vendaval era fuerte, te juro, no lo voy a negar,
casi despego del suelo y vuelo
el color le pertenecía a la noche
aunque eran las cuatro pm,
las cuatro pm más negras de mi historia
casi despego del suelo y vuelo,
un viento muy canchero puso su risa sobre nosotros
y un montón de basuritas nos entraron en los ojos
nos frotábamos los ojos y era cada vez peor
las basuritas y el viento y eso de estar ciegos
por tener la córnea apestada 
de tierra, pestañas de pasto, y polvo de hormigas,
nosotros reímos para quedar bien con el vendaval
porque quién quiere hacerse el loco con un vendaval
que puede revolearte
si a veces somos como el rancho más débil
y un estornudo bebé nos desmaya, o no?
pero al final ese viento canchero
que me iba a hacer volar
que prometía de todo
una luna de miel por cada empujón
no movió nada de nada de nada,
así como llegó,
terminó de centrifugar la nada
y se fue a soplar aires de destrucción
lejos porque si hay algo que intuí,
es que dar tormenta
es mitad impulso y mitad decisión.
Yo no conozco muy bien el campo,
Yo no sé su dinámica, sus luces,
sus mitos, sus bichos y ordeñe.
Fui sólo un día, unas horas, a San Antonio de Areco
a presenciar una tormenta de comedia
sobre una ruta vacía con mi amiga Eugenia y su perro Beto.
Un poco de aire libre
y después volví a mi departamento.

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