Temprano
contengo,
más
tarde desato.
Quererte
siempre
fue
un hambre distinto, saciarme
sin
contártelo,
sacar
un número, esperar
para
no tenerte ni un rato.
Lana
y tiritar,
pianos
resecos,
alérgicas
bufandas,
ojos
sin lavar.
Así,
cuando el frío quiebra las cosas
persigo
al sol
y
a los gusanos que persiguen la tierra
o
a los creyentes que corren hacia el campanario
aunque
no suene hace años,
como
un rechazo sin música.
Muerdo
lo que podría ser una mandarina
y es un renglón gris y su anotación dulce
y miro las fechas donde lloré tanto por nada..
Ahora
que saqué de las paredes mi calendario de amargura
descubro
que hubo días donde dormir me prohibía las horas,
donde
me encendí con fuerza para amar apenas poco y nada,
vivía
en ese entonces en un país de oscuras maravillas: mi cama.
Una
única frazada fue el desierto que me hundió.
Pestañas
y persianas, bajas, bajas.
Temprano
contengo,
más
tarde desato.
Muerdo
lo que podría ser una mandarina
y es un renglón gris y su anotación dulce
y no entiendo los motivos
que
me hicieron mirar por la ventana
tanto
tiempo,
qué
ridículo rol
quedarse
quieto
qué
estúpida atadura
decretarse
la depresión
de
adorar atónita detrás de un vidrio
lo
que los otros hacen con su tiempo,
de
adorar la manteca de mis dedos
y
lluvias de otros siglos marcadas en ese vidrio
en
vez de salir
a
ser parte de ustedes
a
ser parte de mí con ustedes en el tiempo
de
mí con ustedes en el aire pesado de las calles
de
mí con ustedes en las fiestas
en
los teatros
en
las cenas
..mientras
afuera
los
terremotos
más
secretos
barrían
el moho
abrían
candados
de
todas las gargantas
menos
la mía
porque
la mía
estaba
imposible
estaba
cerrada.
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