sábado, 14 de septiembre de 2019


Temprano contengo,
más tarde desato.
Quererte siempre
fue un hambre distinto, saciarme
sin contártelo,
sacar un número, esperar
para no tenerte ni un rato.
Lana y tiritar,
pianos resecos,
alérgicas bufandas,
ojos sin lavar.
Así, cuando el frío quiebra las cosas
persigo al sol
y a los gusanos que persiguen la tierra
o a los creyentes que corren hacia el campanario
aunque no suene hace años,
como un rechazo sin música.
Muerdo lo que podría ser una mandarina
y es un renglón gris y su anotación dulce
y miro las fechas donde lloré tanto por nada..
Ahora que saqué de las paredes mi calendario de amargura
descubro que hubo días donde dormir me prohibía las horas,
donde me encendí con fuerza para amar apenas poco y nada,
vivía en ese entonces en un país de oscuras maravillas: mi cama.
Una única frazada fue el desierto que me hundió.
Pestañas y persianas, bajas, bajas.
Temprano contengo,
más tarde desato.
Muerdo lo que podría ser una mandarina
y es un renglón gris y su anotación dulce
y no entiendo los motivos
que me hicieron mirar por la ventana
tanto tiempo,
qué ridículo rol
quedarse quieto
qué estúpida atadura
decretarse la depresión
de adorar atónita detrás de un vidrio
lo que los otros hacen con su tiempo,
de adorar la manteca de mis dedos
y lluvias de otros siglos marcadas en ese vidrio
en vez de salir
a ser parte de ustedes
a ser parte de mí con ustedes en el tiempo
de mí con ustedes en el aire pesado de las calles
de mí con ustedes en las fiestas
en los teatros
en las cenas
..mientras afuera
los terremotos
más secretos
barrían el moho
abrían candados
de todas las gargantas
menos la mía
porque la mía
estaba imposible
estaba cerrada.

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